Netflix, tienes un problema y no son las cuentas compartidas ni el precio: es el contenido
No deben estar pasando buenos momentos en las oficinas de Netflix: el anuncio en el informe de los resultados del primer trimestre de 2022 de que han perdido 200.000 suscriptores por primera vez en una década ha llevado a un tremendo desplome en bolsa de cerca del 25% del valor de sus acciones. Netflix ya ha iniciado un par de planes de urgencia. Primero, con una batería de suscripciones más baratas con publicidad. Segundo, poniendo fin al chollo de compartir cuentas de forma ilimitada.
Las suscripciones familiares con cuatro conexiones simultáneas han supuesto durante mucho tiempo un auténtico chollo por la laxitud con la que Netflix permitía que millones de usuarios compartieran cuenta fuera del domicilio del suscriptor principal. La cifra: más de 100 millones de hogares están viendo Netflix sin pagar lo que deberían (30 millones en EEUU y Canadá, según el informe a los inversores). Aquí te hemos explicado cómo detecta Netflix ese uso no autorizado y como funcionarán las nuevas sub-cuentas.
Pero da la impresión de que este problema, ya comentado por la propia Netflix, es solo la punta del iceberg: hay un problema patente de imagen de la propia compañía, en contra de la que ha jugado su propia estrategia de ser la que más lanzamientos haga, todo el rato, continuamente. Su apabullante calendario de estrenos, que le llevaba en 2020 a estrenar 79 películas al mes (y no ha bajado el rimo desde entonces) ha acabado imponiendo la creencia generalizada, constatada por las evidencias, de que no todo tiene la misma calidad.
Da igual que Netflix haya declarado abiertamente que va a volcarse en mejorar la calidad de sus estrenos. Da igual que desde hace un tiempo la plataforma haya hecho un esfuerzo para ser más transparente con sus cifras de visionados, dejando atrás el confuso criterio de que con un par de minutos bastaba para contar como un visionado íntegro. Porque puede que haya ciertas sensación generalizada de que Netflix es una churrería de contenidos, donde prima la cantidad por encima de la calidad.